martes

Novela On-line. Otra perspectiva, otro personaje, la misma historia haciendo click aquí:  http://issuu.com/pablogiordano4/docs/mu_ecos_de_plastilina


miércoles

Otra más, en Nuevo Diario de Santiago del Estero (16/10/11). Se agradece

http://www.nuevodiarioweb.com.ar/notas/2011/10/16/cuentos-prestidigitador-4052.asp

Reseña crítica aparecida en El Alfil (19/10/11)

Un coro de miradas no necesita afinar

En su relato “Asuntos internos”, David Voloj le otorga a cada uno de sus personajes la posibilidad de contar su propia versión de los hechos. Como los recuerdos son propiedad de quien los evoca, su dueño puede modelarlos a su antojo.

J.C. Maraddón

La realidad no deja de ser un ejercicio de ficción. Eso parece plantearse David Voloj en un libro de cuentos que publicó este año a través de la editorial Raíz de Dos. Y sobre todo en “Asuntos internos”, un conjunto de relatos que ocupa el tramo central del volumen y que no solo le presta el nombre sino que también se erige en su parte sustancial.
La corrupción policial y los vínculos entre los uniformados, el narcotráfico y la prostitución conforman el marco en el que Voloj suelta a sus personajes para que se las arreglen a los tiros. A esos seres imaginarios pero reales los sigue desde el momento en que deciden en qué bando van a jugar al poliladrón, hasta llevarlos al instante en que el destino los pondrá en el papel de víctimas o victimarios.
El ejercicio de ficción que el autor plantea para mostrarnos esa realidad, consiste en llevar al extremo la máxima periodística de que hay que consultar a todas las fuentes posibles. Por eso, en cada capítulo hace hablar a un personaje distinto, inclusive a los que han muerto, para de esa manera construir un coro de versiones que nos cuentan sus impresiones sobre los mismos sucesos. Y así nos da la oportunidad a los lectores de elegir nuestra perspectiva favorita, o de armar el rompecabezas utilizando partes de cada una de las verdades para construir nuestra verdad.
Al finalizar el texto, Voloj nos sugiere visitar el sitio www.bonus-tale.blogspot.com, donde vamos a encontrar otras miradas sobre los acontecimientos; por ejemplo, la de un encendedor Zippo, que cumple el rol de talismán para los protagonistas. Vemos entonces hasta dónde está dispuesto a llevar las cosas este escritor nacido en 1980, que antes había publicado “Letras modernas” en 2008 a través del sello Recovecos.
A mí, la lectura me remontó a “Fool For Love”, una película de Robert Altman basada en una obra teatral de Sam Shepard que fue objeto de culto allá a finales de los años ochenta. El propio Shepard actúa en este melodrama psicológico, que obliga a reflexionar sobre cuán lejos pueden estar nuestros recuerdos con respecto a los hechos tal como realmente sucedieron.
Kim Basinger y Harry Dean Stanton (actores emblemáticos de esa época) completan los roles principales del filme, tan oscuro como la sombra de ojos que usaban en esos años los músicos de The Cure, la banda de la cual los espectadores de esa función éramos fanáticos. Tan es así, que cuando proyectaron “Fool For Love” en la pantalla del Microcine de la primera cuadra de la avenida General Paz, en la cola para sacar la entrada no había nadie que no tuviese un detalle negro en su ropa.
O por lo menos, eso es de lo que yo me acuerdo, que no sé si es lo que recuerda el resto de los que asistieron a esa función, excepto los que hayan muerto y queden fuera de la posibilidad de evocación alguna. Por razones obvias, tampoco vale la opinión de los que se hayan olvidado por completo de esa circunstancia cinematográfica.
¿Quién podría asegurar que hubo al menos un espectador que no portaba elementos de color negro en su indumentaria? ¿El acomodador? ¿El boletero? ¿Existen pruebas evidentes, como una filmación o una foto, que puedan confirmar o desmentir mis dichos? ¿Puedo entonces engendrar así una verdad pasada sin que nadie consiga rebatirla hasta degradarla a la categoría de mentira?
La literatura, en su proverbial generosidad, puede refugiar a todas las versiones, a todas las verdades, a todas las perspectivas. Solo les pone como condición que estén descriptas de una manera que resulte atractiva de leer, por lo menos para unas cuantas personas. Voloj se hace fuerte en esa debilidad y bucea en las profundidades de los personajes que ha construido, hasta extraerles una visión particular sobre cuestiones generales.
Mi propia vida sufrió ese proceso, cuando a mi madre se le dio por alterar mi biografía después de que una operación de cadera le restara energía para irrigar ciertas regiones de su cerebro que afectaban la función de la memoria. Tuve el raro gusto de escucharla relatar a otras personas anécdotas de mi escolaridad, de mis viajes al extranjero, de mis experiencias laborales, sin atenerse a parámetro de veracidad alguno.
Las primeras veces que me tocó prestar oídos a esas variaciones libres, intenté disuadirla corrigiéndole lo que para mí eran errores. Pero después me di cuenta de que era inútil. Ella porfiaba en que las cosas eran así, aunque el que había estado ahí era yo.
Entendí que, más allá de quién protagonizara el relato, la que lo contaba era ella. Y cada uno es amo y señor de sus recuerdos. Como los personajes de “Asuntos internos”, cuyas versiones de la misma historia desafinan, tal cual corresponde a aquellos que, a pesar de que ejecuten el mismo instrumento, deciden guiarse únicamente por su música interior.

martes

Final Alternativo para el cuento "Fantasmas"

En junio visité Hernando. La charla con los chicos del colegio fue hermosa. Hicieron lecturas más que interesantes y el diálogo fluyó sin necesidad de llenar el silencio con palabras vacías. Una mujer me contó un chiste. Ahora no recuerdo su nombre, pero recuerdo que su sentido del humor me sorprendió.
Entre otras cosas, Magalí Carmona leyó el libro y me envió un final alternativo para el cuento "Fantasmas" que me pareció digno de incluir en esta parte. Acá va:

Nunca vi a tres fantasmas juntos. Estaba decidido a pegarme un tiro, entonces podía dejar de verte. Pero, ¿y si además de hacer mi vida miserable también convertías mi muerte en un infierno? Tu infierno. Vos ya estás muerto, claro. Para vos es todo mucho más fácil. Pero yo, pendejo... Yo tuve que seguir viviendo después de que te moriste. Toda esta calentura no sé si realmente va para vos o es para mí.
La cosa es que intenté ponerme el arma en la boca, te juro que lo hacía, pero algo me frenó. Empecé a ver que te venías para donde yo estaba. Me dio miedo, pero me hizo largar el arma al piso. Cada vez te venías más cerca y yo me iba más lejos. Hasta que la pared hizo que no pudiera escapar más de vos, Angelito. Todavía me costaba mirarte a la cara con ese hueco tuyo. Empezaste a abrir la boca lentamente y me dijiste algo que todavía no estoy seguro si quería escuchar o no. No te mates, dijiste. Casi me largo a llorar, pendejo. ¿Ahora me lo venís a decir? Después de tanto joderme, ¿ahora me decís que no me mate?. Tus labios muertos volvieron a abrirse. Ya está, ya los mataste, ya me vengaste. Ahora vos podes dormir tranquilo, y yo también. Eso dijiste.
Eso me hizo pensar. Miré para abajo y empecé a acordarme lo bien que estaba antes que vos aparecieras. Yo choreaba, y todo estaba joya.
Miré hacia arriba y no te vi. Por primera vez hacía mucho tiempo, no te vi la cara; ni a vos, ni a los otros dos que acababa de matar. Por primera vez hacía mucho tiempo, me sentí verdaderamente aliviado.
Hace un año atrás te veía Ángel. Quién lo hubiera dicho, ¿no?. Ahora todo es como antes. Empecé de nuevo a robar, y a esconderme de los canas. Lo mío. Me hiciste volver a lo que era pendejo. No sé si para mejor o peor, pero volví a ser el mismo de antes. Ahora solo te veo en los sueños. Te habré soñado dos, tres veces. Siempre cosas tranquilas, recuerdos.

Novedades

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4344-2011-07-18.html

sábado

Diario (la perspectiva del Padre Eduardo). Primera entrega

17/02/79.
Sólo se salvaron Pancho y la Chola, que a las 2 de la mañana fueron a la capilla para decirme que debían rajar. También dijeron que debería ir pensando en hacer lo mismo.
Si en alguna libreta aparece mi nombre, estoy frito.

18/02/79
Un Cardenal tenía que ser. Si algo aprendí en estos años,  es que los Cardenales no son de fiar. Los Obispos tampoco. Nadie acá adentro es de fiar.
Apenas pude cargar un bolsito, la Biblia y el cuaderno de apuntes. Dejé el libro del padre Gutierrez. A propósito lo dejé. Lo van a quemar, ya sé, pero quería que supieran que las hojas que harían arder  se habían impreso en una carne y una mente. En mi carne, en mi mente. En mi espíritu que, por ahora, no  pudieron meter en la hoguera.

25/02/79

Desperté con fiebre. La Biblia estaba abierta en el libro de Juan. No recuerdo haberlo hojeado. Ni siquiera recuerdo haber agarrado la Biblia en los últimos días. "A quien quite algo de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la Ciudad Santa, descritos en este libro." Eso dice el Apocalipsis, 22,19. Son las últimas palabras de Dios a los hombres.
Hace tres días que no como y la fiebre aumenta. Casi no tengo fuerzas para nada, salvo para leer y escribir.

26/02/79

Siendo indigno de los misterios de la verdad
y los designios del Verbo
elevé la mirada al cielo
para contemplar
la revelación.
Una manada
que apareció ante mis ojos
niños en celo
que atravesaban las puertas
de un colegio privado
niños guiados por el ángel de la redención
que gozaban desgarrando
las bragas inmaculadas
desvirgando a las nenas
(y los nenes)
de papá.

Tras un parpadear apareció el mar
olas de barro,
de baba,
de semen...
olas que sepultaban la pasarela
suspendiendo la función.
Después de esto ya no quise ver más,
mas vi
desquiciados jugando al tenis
vi mujeres, licántropos,
ratas de aspecto humano
que masticaban trajes rellenos de empresarios,
vi una lluvia de esquirlas
destrozando convertibles,
vi a los devotos del frío abrigados
con tapados de piel:
la piel del cordero.

La visión continuaba,
muy a pesar mío,
eran celdas vacías
eran picanas que fallaban
eran balas de salva
en la reglamentaria
era demasiado.

Al final de la visión
la tierra prometida.
En el camino resplandecía el Creador,
lo vi,
solo,
de rodillas,
pidiendo perdón a las tribus analfabetas
incluso del lenguaje divino.

Antes de despertar
bajé mi rostro
avergonzado de su vergüenza
y al abrir los ojos
sin purificar mis labios ni mi voz
escribí los fragmentos
de esta buena noticia.

27/02/79

Debo corregir el poema porque en verdad no estoy enojado ni molesto ni nada parecido con Dios. Él no tiene nada que ver en este asunto. El diablo tampoco. Hay quienes pierden el tiempo delegando responsabilidades al más allá. Pero es el hombre quien genera hambre y miseria y dolor y mentira y represión, es el hombre el que hace las revoluciones, es el hombre el que vive las revelaciones y es el hombre quien decide actuar en consecuencia o seguir durmiendo al costado de la historia.
Es fácil culpar a Dios. O al diablo.

28/02/79
La gente que me está escondiendo trajo antibióticos. No son ángeles: son gente nomás, gente que se compadece y que siente el dolor del prójimo como si fuera propio. Cristianos ejemplares en su ateísmo.
Por suerte, la fiebre está bajando, al igual que el dolor en los bronquios. Tengo más fuerza.
Por la tarde oficiaré misa.

jueves

Inmortal (la perspectiva del Zippo). Primera entrega

1.
Un Zippo no es un encendedor. Un Zippo (si es originial, norteamericano) es una obra de arte moderno. Es una experiencia... Trascendental. Un Zippo refleja la historia de la humanidad. Muestra que el descubrimiento del fuego ha sido el signo de la civilización. El ser humano se redime ante el fuego de un Zippo, esa escultura perfecta de metal que fusiona la estética del Siglo XX con el espíritu de determinación de Occidente. Un Zippo es fidelidad. Amistad. Compromiso. Compañía.
Un encendedor chino de $2 no es un Zippo. Ni siquiera debería ser llamado encendedor.
¿Cuántas vidas salvaron los engendros premoldeados de plástico, Made in China, que dejan de funcionar en un mes?
¿Cuántos hermanos Zippos se perdieron en la guerra de Vietnam y en el Golfo Pérsico, luchando por la democracia?
¿Cuánto conocen de filosofía y de literatura esos encendedores chinos de $2, hijos bastardos de la producción en serie? Nada.
En cambio, un Zippo es cultura. El peso y el volumen de un Zippo alcanza para mantener abiertas las páginas de las Obras Completas de Shakespeare y de Nietzsche. Lo sé porque yo lo he hecho. Y estoy convencido de que el mismo Platón se habría prendido un puro con mi flama después de escribir el Fedro.