En junio visité Hernando. La charla con los chicos del colegio fue hermosa. Hicieron lecturas más que interesantes y el diálogo fluyó sin necesidad de llenar el silencio con palabras vacías. Una mujer me contó un chiste. Ahora no recuerdo su nombre, pero recuerdo que su sentido del humor me sorprendió.
Entre otras cosas, Magalí Carmona leyó el libro y me envió un final alternativo para el cuento "Fantasmas" que me pareció digno de incluir en esta parte. Acá va:
Nunca vi a tres fantasmas juntos. Estaba decidido a pegarme un tiro, entonces podía dejar de verte. Pero, ¿y si además de hacer mi vida miserable también convertías mi muerte en un infierno? Tu infierno. Vos ya estás muerto, claro. Para vos es todo mucho más fácil. Pero yo, pendejo... Yo tuve que seguir viviendo después de que te moriste. Toda esta calentura no sé si realmente va para vos o es para mí.
La cosa es que intenté ponerme el arma en la boca, te juro que lo hacía, pero algo me frenó. Empecé a ver que te venías para donde yo estaba. Me dio miedo, pero me hizo largar el arma al piso. Cada vez te venías más cerca y yo me iba más lejos. Hasta que la pared hizo que no pudiera escapar más de vos, Angelito. Todavía me costaba mirarte a la cara con ese hueco tuyo. Empezaste a abrir la boca lentamente y me dijiste algo que todavía no estoy seguro si quería escuchar o no. No te mates, dijiste. Casi me largo a llorar, pendejo. ¿Ahora me lo venís a decir? Después de tanto joderme, ¿ahora me decís que no me mate?. Tus labios muertos volvieron a abrirse. Ya está, ya los mataste, ya me vengaste. Ahora vos podes dormir tranquilo, y yo también. Eso dijiste.
Eso me hizo pensar. Miré para abajo y empecé a acordarme lo bien que estaba antes que vos aparecieras. Yo choreaba, y todo estaba joya.
Miré hacia arriba y no te vi. Por primera vez hacía mucho tiempo, no te vi la cara; ni a vos, ni a los otros dos que acababa de matar. Por primera vez hacía mucho tiempo, me sentí verdaderamente aliviado.
Hace un año atrás te veía Ángel. Quién lo hubiera dicho, ¿no?. Ahora todo es como antes. Empecé de nuevo a robar, y a esconderme de los canas. Lo mío. Me hiciste volver a lo que era pendejo. No sé si para mejor o peor, pero volví a ser el mismo de antes. Ahora solo te veo en los sueños. Te habré soñado dos, tres veces. Siempre cosas tranquilas, recuerdos.
martes
sábado
Diario (la perspectiva del Padre Eduardo). Primera entrega
17/02/79.
Sólo se salvaron Pancho y la Chola, que a las 2 de la mañana fueron a la capilla para decirme que debían rajar. También dijeron que debería ir pensando en hacer lo mismo.
Si en alguna libreta aparece mi nombre, estoy frito.
18/02/79
Un Cardenal tenía que ser. Si algo aprendí en estos años, es que los Cardenales no son de fiar. Los Obispos tampoco. Nadie acá adentro es de fiar.
Apenas pude cargar un bolsito, la Biblia y el cuaderno de apuntes. Dejé el libro del padre Gutierrez. A propósito lo dejé. Lo van a quemar, ya sé, pero quería que supieran que las hojas que harían arder se habían impreso en una carne y una mente. En mi carne, en mi mente. En mi espíritu que, por ahora, no pudieron meter en la hoguera.
25/02/79
Desperté con fiebre. La Biblia estaba abierta en el libro de Juan. No recuerdo haberlo hojeado. Ni siquiera recuerdo haber agarrado la Biblia en los últimos días. "A quien quite algo de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la Ciudad Santa, descritos en este libro." Eso dice el Apocalipsis, 22,19. Son las últimas palabras de Dios a los hombres.
Hace tres días que no como y la fiebre aumenta. Casi no tengo fuerzas para nada, salvo para leer y escribir.
26/02/79
Siendo indigno de los misterios de la verdad
y los designios del Verbo
elevé la mirada al cielo
para contemplar
la revelación.
Una manada
que apareció ante mis ojos
niños en celo
que atravesaban las puertas
de un colegio privado
niños guiados por el ángel de la redención
que gozaban desgarrando
las bragas inmaculadas
desvirgando a las nenas
(y los nenes)
de papá.
Tras un parpadear apareció el mar
olas de barro,
de baba,
de semen...
olas que sepultaban la pasarela
suspendiendo la función.
Después de esto ya no quise ver más,
mas vi
desquiciados jugando al tenis
vi mujeres, licántropos,
ratas de aspecto humano
que masticaban trajes rellenos de empresarios,
vi una lluvia de esquirlas
destrozando convertibles,
vi a los devotos del frío abrigados
con tapados de piel:
la piel del cordero.
La visión continuaba,
muy a pesar mío,
eran celdas vacías
eran picanas que fallaban
eran balas de salva
en la reglamentaria
era demasiado.
Al final de la visión
la tierra prometida.
En el camino resplandecía el Creador,
lo vi,
solo,
de rodillas,
pidiendo perdón a las tribus analfabetas
incluso del lenguaje divino.
Antes de despertar
bajé mi rostro
avergonzado de su vergüenza
y al abrir los ojos
sin purificar mis labios ni mi voz
escribí los fragmentos
de esta buena noticia.
27/02/79
Debo corregir el poema porque en verdad no estoy enojado ni molesto ni nada parecido con Dios. Él no tiene nada que ver en este asunto. El diablo tampoco. Hay quienes pierden el tiempo delegando responsabilidades al más allá. Pero es el hombre quien genera hambre y miseria y dolor y mentira y represión, es el hombre el que hace las revoluciones, es el hombre el que vive las revelaciones y es el hombre quien decide actuar en consecuencia o seguir durmiendo al costado de la historia.
Es fácil culpar a Dios. O al diablo.
28/02/79
La gente que me está escondiendo trajo antibióticos. No son ángeles: son gente nomás, gente que se compadece y que siente el dolor del prójimo como si fuera propio. Cristianos ejemplares en su ateísmo.
Por suerte, la fiebre está bajando, al igual que el dolor en los bronquios. Tengo más fuerza.
Por la tarde oficiaré misa.
Sólo se salvaron Pancho y la Chola, que a las 2 de la mañana fueron a la capilla para decirme que debían rajar. También dijeron que debería ir pensando en hacer lo mismo.
Si en alguna libreta aparece mi nombre, estoy frito.
18/02/79
Un Cardenal tenía que ser. Si algo aprendí en estos años, es que los Cardenales no son de fiar. Los Obispos tampoco. Nadie acá adentro es de fiar.
Apenas pude cargar un bolsito, la Biblia y el cuaderno de apuntes. Dejé el libro del padre Gutierrez. A propósito lo dejé. Lo van a quemar, ya sé, pero quería que supieran que las hojas que harían arder se habían impreso en una carne y una mente. En mi carne, en mi mente. En mi espíritu que, por ahora, no pudieron meter en la hoguera.
25/02/79
Desperté con fiebre. La Biblia estaba abierta en el libro de Juan. No recuerdo haberlo hojeado. Ni siquiera recuerdo haber agarrado la Biblia en los últimos días. "A quien quite algo de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la Ciudad Santa, descritos en este libro." Eso dice el Apocalipsis, 22,19. Son las últimas palabras de Dios a los hombres.
Hace tres días que no como y la fiebre aumenta. Casi no tengo fuerzas para nada, salvo para leer y escribir.
26/02/79
Siendo indigno de los misterios de la verdad
y los designios del Verbo
elevé la mirada al cielo
para contemplar
la revelación.
Una manada
que apareció ante mis ojos
niños en celo
que atravesaban las puertas
de un colegio privado
niños guiados por el ángel de la redención
que gozaban desgarrando
las bragas inmaculadas
desvirgando a las nenas
(y los nenes)
de papá.
Tras un parpadear apareció el mar
olas de barro,
de baba,
de semen...
olas que sepultaban la pasarela
suspendiendo la función.
Después de esto ya no quise ver más,
mas vi
desquiciados jugando al tenis
vi mujeres, licántropos,
ratas de aspecto humano
que masticaban trajes rellenos de empresarios,
vi una lluvia de esquirlas
destrozando convertibles,
vi a los devotos del frío abrigados
con tapados de piel:
la piel del cordero.
La visión continuaba,
muy a pesar mío,
eran celdas vacías
eran picanas que fallaban
eran balas de salva
en la reglamentaria
era demasiado.
Al final de la visión
la tierra prometida.
En el camino resplandecía el Creador,
lo vi,
solo,
de rodillas,
pidiendo perdón a las tribus analfabetas
incluso del lenguaje divino.
Antes de despertar
bajé mi rostro
avergonzado de su vergüenza
y al abrir los ojos
sin purificar mis labios ni mi voz
escribí los fragmentos
de esta buena noticia.
27/02/79
Debo corregir el poema porque en verdad no estoy enojado ni molesto ni nada parecido con Dios. Él no tiene nada que ver en este asunto. El diablo tampoco. Hay quienes pierden el tiempo delegando responsabilidades al más allá. Pero es el hombre quien genera hambre y miseria y dolor y mentira y represión, es el hombre el que hace las revoluciones, es el hombre el que vive las revelaciones y es el hombre quien decide actuar en consecuencia o seguir durmiendo al costado de la historia.
Es fácil culpar a Dios. O al diablo.
28/02/79
La gente que me está escondiendo trajo antibióticos. No son ángeles: son gente nomás, gente que se compadece y que siente el dolor del prójimo como si fuera propio. Cristianos ejemplares en su ateísmo.
Por suerte, la fiebre está bajando, al igual que el dolor en los bronquios. Tengo más fuerza.
Por la tarde oficiaré misa.
jueves
Inmortal (la perspectiva del Zippo). Primera entrega
1.
Un Zippo no es un encendedor. Un Zippo (si es originial, norteamericano) es una obra de arte moderno. Es una experiencia... Trascendental. Un Zippo refleja la historia de la humanidad. Muestra que el descubrimiento del fuego ha sido el signo de la civilización. El ser humano se redime ante el fuego de un Zippo, esa escultura perfecta de metal que fusiona la estética del Siglo XX con el espíritu de determinación de Occidente. Un Zippo es fidelidad. Amistad. Compromiso. Compañía.
Un encendedor chino de $2 no es un Zippo. Ni siquiera debería ser llamado encendedor.
¿Cuántas vidas salvaron los engendros premoldeados de plástico, Made in China, que dejan de funcionar en un mes?
¿Cuántos hermanos Zippos se perdieron en la guerra de Vietnam y en el Golfo Pérsico, luchando por la democracia?
¿Cuánto conocen de filosofía y de literatura esos encendedores chinos de $2, hijos bastardos de la producción en serie? Nada.
En cambio, un Zippo es cultura. El peso y el volumen de un Zippo alcanza para mantener abiertas las páginas de las Obras Completas de Shakespeare y de Nietzsche. Lo sé porque yo lo he hecho. Y estoy convencido de que el mismo Platón se habría prendido un puro con mi flama después de escribir el Fedro.
En cambio, un Zippo es cultura. El peso y el volumen de un Zippo alcanza para mantener abiertas las páginas de las Obras Completas de Shakespeare y de Nietzsche. Lo sé porque yo lo he hecho. Y estoy convencido de que el mismo Platón se habría prendido un puro con mi flama después de escribir el Fedro.
martes
¿Quién es "El Ángel"?
lunes
domingo
miércoles
epígrafe innecesario
Ha sido absolutamente necesario constituir al pueblo en sujeto moral, separarlo pues de la delincuencia, separar claramente el grupo de los delincuentes, mostrarlos como peligrosos, no sólo para los ricos sino también para los pobres, mostrarlos cargados de todos los vicios y origen de los más grandes peligros. De aquí el nacimiento de la literatura policíaca...
Michel Foucault
Asuntos Internos
Asuntos internos.
Una serie inacabada de personajes.
Pequeños plagios a la realidad.
Relatos basados en hechos irreales.
Historias que circulan en libros o en periódicos o en el inframundo de los concursos literarios.
Lecturas intrascendentes.
Perspectivas.
Una serie inacabada de personajes.
Pequeños plagios a la realidad.
Relatos basados en hechos irreales.
Historias que circulan en libros o en periódicos o en el inframundo de los concursos literarios.
Lecturas intrascendentes.
Perspectivas.
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